Han pasado más de tres años, se han contabilizado oficialmente 765 millones de diagnósticos y murieron casi siete millones de personas (6,9 millones de muertes), cifras que, sin embargo, se quedan muy cortas, según todas las estimaciones.
Pero, el COVID-19 ya no es una emergencia sanitaria internacional. Pasaron más de tres años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretara la alarma hasta que, este viernes 5 de mayo, la misma organización le pusiera punto final.
A pesar de las cifras oficiales la propia OMS calcula que el COVID-19 mató 20 millones de personas.
“El COVID-19 ha cambiado el mundo y nos ha cambiado”, ha dicho el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“Ha sido mucho más que una crisis sanitaria. Ha causado graves trastornos económicos, eliminando billones del producto interior bruto, interrumpiendo los viajes y el comercio, cerrando negocios y hundiendo a millones en la pobreza. Ha causado una grave agitación social, con fronteras cerradas, movimiento restringido, escuelas cerradas y millones de personas experimentando soledad, aislamiento, ansiedad y depresión”, añadió en una intervención en la que ha recordado que la amenaza para la salud pública generada por el coronavirus continúa y por ello pide a los países continuar atentos.
El decreto de emergencia es una herramienta que el organismo usa para agilizar decisiones cuando una enfermedad tiene un impacto grave en la salud pública y es inusual e inesperada, con riesgo de expansión internacional. Esto ayuda, a que los países voluntariamente se acojan a la decisión y agilicen recursos y decisiones políticas para enfrentar una emergencia.
La decisión de la OMS de decretar la pandemia llegó el 11 de marzo de 2020. Desde entonces, y algunas semanas antes, el mundo ha estado en vilo ante lo que hace tres años todavía era una incertidumbre sobre el impacto que sigue aún hoy golpeando a la humanidad.
Didier Houssin, presidente del comité de emergencia que asesora a la OMS sobre el COVID-19, expresó: “Es cierto que el virus continúa circulando. Es verdad que hay muchas incertidumbres sobre la evolución del virus. Es verdad que todavía hay fallas en la vigilancia, especialmente en los países más vulnerables. Pero la situación ha mejorado considerablemente, con menos mortalidad y más inmunidad, ya sea inducida por las vacunas o por las infecciones naturales. Es hora de cambiar de herramienta. La emergencia consiste en generar movilización y reacción, pero no se debe de abusar de ella, porque no se adapta a eventos que se convierten en crónicos, como el COVID-19”.
La OMS recalca que el fin de la emergencia sanitaria no quiere decir que el problema haya terminado. Todavía es una enfermedad nueva de la que quedan cosas por aprender (las mutaciones del virus son siempre una amenaza y hace falta investigar más).
En Costa Rica, la noticia llega cuando se han reportado 1.113 casos positivos, entre el 16 y el 22 de abril.
Además, recordemos que, hace un año, cuando llegó a la presidencia Rodrigo Chaves, se han ido liberando medidas, como el uso de mascarilla y la derogación del decreto de emergencia por la enfermedad que, entonces, había firmado el anterior mandatario, Carlos Alvarado.