Este lunes 31 de julio, Monseñor José Manuel Garita Herrera, Obispo de la Diócesis de Ciudad Quesada, presidió la última misa de la Novena en honor a Nuestra Señora de los Ángeles, en la cual, las diócesis peregrinan a los pies de «La Negrita», en Cartago.
En su homilía, resaltó la alegría y el significado que envuelve y representa esta fiesta nacional para cada diócesis del país. Además, hizo referencia a la celebración de la Diócesis de Cartago, que este lunes 31 de julio celebraba la dedicación de la Iglesia Catedral.
“La dedicación de la Iglesia Catedral significa no solamente festejar un acontecimiento histórico, sino también la oportunidad de reavivar en el presente la conciencia eclesial de pertenencia; y, también de compromiso con los retos pastorales que se asumen conjuntamente para proyectar el futuro. Con ello hacemos referencia, en primer lugar, al sentido de diocesaneidad que ha de caracterizar a toda comunidad cristiana que conforma la diócesis; y, especialmente a sus pastores. No se puede estar al servicio de la evangelización en una diócesis sin sentido de pertenencia, porque la diócesis es nuestra familia”, dijo Monseñor Garita.
Como parte de su mensaje, el Obispo de Ciudad Quesada reflexionó sobre “la riqueza de la Palabra de Dios”, específicamente sobre el misterio de la Iglesia y la misión maternal de la Santísima Virgen.
“Ella es una casa de puertas abiertas, como lo debe ser la Iglesia en la historia, asumiendo sus rasgos e imitando sus virtudes, siendo gestora de comunión y de diálogo en esta hora crucial para la humanidad”, expresó.
Tomando como referencia la lectura del Apocalipsis, Monseñor Garita resaltó la capacidad de Dios de hacer todas las cosas nuevas y exhortó a los fieles a confiar plenamente en María, pues es dadora de vida y nuevos comienzos a través de Cristo.
Apoyándose en la lectura del Evangelio de San Juan, el Obispo de Ciudad Quesada destacó el reto que tiene la Iglesia de dar verdadero culto “en espíritu y verdad”.
“El diálogo con la Samaritana nos introduce en la profundidad del misterio esponsal de Jesucristo con la humanidad. Es la hora del encuentro cuando el sol ha alcanzado plenitud, al mediodía, y en esa hora de gracia por la que todos hemos pasado, hora de llamada y misión, hora que marca cambio y compromiso, nos acompaña siempre la Madre de Jesús. Con Ella entramos en el verdadero culto, que es el que brota del corazón; no ligado a la legislación mosaica y regulado por preceptos de muerte, sino orientado a la plenitud del amor desde la libertad y la gratuidad”, dijo.
Señaló que Costa Rica tiene una sociedad necesitada de solidaridad, caridad, autenticidad, coherencia, “que no debe caer en los fáciles lazos del egoísmo, la mentira, la falsedad, la injusticia, la indiferencia y particularmente en la violencia y la criminalidad”. Los cristianos están llamados a sembrar solidaridad y caridad, destacó.
Finalmente, Monseñor Garita pidió la intercesión de la Patrona de Costa Rica, para que cada cristiano actúe como “piedra viva” y avance en la construcción de un mejor país y con la mirada en la eternidad.
Cientos de fieles de la Diócesis de Ciudad Quesada se unieron a la peregrinación que inició a las 10:00 a.m. por las calles de Cartago, en una costumbre que se retomó este año tras la pandemia del COVID-19.
La Basílica, por su lado, lució repleta de fieles de Ciudad Quesada durante la celebración.