- Además, hizo un llamado a los jóvenes, camino a la Jornada Mundial de la Juventud 2019.
«La fe es vida y testimonio, el cristianismo no se puede esconder en el ámbito de lo privado, no se le puede desvincular de la realidad del mundo, de la sociedad, de la cultura, la política y la economía; no se le puede «archivar» dentro de las paredes de un templo o sacristía. La vida de fe y el testimonio cristiano están llamados a renovar y transformar el mundo para bien, para hacerlo más humano, solidario y caritativo»
De esta forma, con un extracto de la Homilía que pronuncié en la Misa Crismal del Jueves Santo de este año, agregó Monseñor, abro este mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales número 52, en la cual el Papa Francisco nos exhorta este año a volvernos hacia la verdad, que no es un concepto abstracto y, como lo señala su Santidad, «no es solo una realidad conceptual».
El gran místico y doctor de la Iglesia, San Juan de la Cruz, decía: «al atardecer de la vida seremos examinados en el amor». Esto nos debe interpelar como cristianos. ¿Hemos hecho la voluntad de Dios? ¿Amamos a nuestro prójimo? ¿Llevamos a la práctica las enseñanzas de Jesús? ¿Es nuestra vida reflejo de la misericordia de Dios?
La única forma posible de responder a estas preguntas es practicando el Evangelio, predicar el Evangelio es la razón de ser para quienes nos decimos cristianos, predicar el Evangelio se hace «por amor a la Buena Noticia».
En un mundo en el cual las comunicaciones son cada vez más veloces, debemos pasar de las palabras a los hechos, sobre todo, cuando una mala noticia, o una noticia falsa es fácilmente compartida y, tras ella, la crítica despiadada, la descalificación y la burla se viralizan. Debemos combatir y rechazar la mayor cantidad de «likes» para este tipo de noticias.
Si una mala noticia golpea a la humanidad, los cristianos debemos ser agentes de paz, llevar consuelo y practicar misericordia. Lejos está en el creyente regocijarse por el mal ajeno o dejarse vencer por el odio, la vanidad y el orgullo. Al contrario, el cristiano, acogiendo la Palabra de Dios, debe dejarse llevar por la mansedumbre.
Estos gestos de humildad y mansedumbre, son gestos que deben notarse en nuestras vidas, y habrán de ser gestos que se conviertan en acciones, no para alcanzar el aplauso o el «raiting», sino porque es nuestra misión de cristianos.
A su vez, si son noticias falsas las que circulan, hoy llamadas en el mundo contemporáneo de la comunicación como «fake news», y se encargan de estar denigrando a un hermano, exponiendo mentiras, sobre la base de datos falsos para manipular las conciencias; con más fuerza, la verdad debe relucir.
Contra las «fake news» respondemos con amor. Contra la mentira respondemos con verdad y amor. Contra los agentes o perfiles que difunden la mentira, debemos ser testigos eficaces del Señor. «En esto reconocerán que son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros» (Jn 13, 35).
Una vez más: como cristianos estamos llamados a ser agentes de paz, amor, reconciliación, esperanza y misericordia. Como cristianos no debemos realizar historias fugaces y menos compartir estados que se disipan de un día para otro, o que están ocultos solo para unos cuantos.
Nuestras vidas deben ser testimonio que perdure para siempre, no por alcanzar la mayor cantidad de seguidores o de visualizaciones, tampoco por obtener un récord de reacciones, pero sí para impactar la sociedad en la que vivimos con el Evangelio, sí para compartir la Palabra viva y eficaz (Hebreos 4, 12) que penetre toda realidad, para que todo lugar en que nos encontremos sea renovado por el Espíritu Santo que se nos ha dado y, siendo fieles a la misión que Jesús nos encomendó, con la seguridad de que está siempre con nosotros hasta el final de los tiempos (cfr. Mateo 28, 16-20).
Quiero hacer un llamado especial a todos aquellos que se desempeñan en el mundo de la comunicación, para que, con responsabilidad a los valores éticos de sus campos profesionales, se preocupen por difundir la verdad, por verificar las fuentes, por compartir noticias que tengan datos, hechos y sucesos confirmados.
Desde luego, no solo a los profesionales en comunicación va mi mensaje. Todos estamos llamados a ser testigos fieles de la verdad. Mi llamado especial al pueblo católico, a todos los cristianos y a todas las personas de buena voluntad.
Finalmente, hago una exhortación a los jóvenes, camino a la Jornada Mundial de la Juventud 2019; que se desarrollará a pocos kilómetros de donde vivimos. Precisamente, bajo el lema de este magno acontecimiento, atribuido a nuestra Madre del cielo. ustedes, jóvenes, más que nadie, deben ser agentes de la verdad, aceptando la voluntad de Dios y poniéndose al servicio de los demás, como lo enseñó y lo realizo la ‘Virgen María.
Efectivamente, jóvenes, Dios cree en ustedes. La Iglesia cree en ustedes. Por eso es importante que en sus campos puedan llevar un mensaje de esperanza, pero, apegado a la verdad. Muchas veces es más fácil acomodarnos a la moda del momento, o esconder la verdad acogiendo valores que -pareciendo «buenos»- nos vienen disfrazados como si fueran un perfil falso. ¡cuidado! No se dejen engañar y no lleven al engaño a aquellos que confiando en ustedes por sus habilidades de manejar las redes sociales depositan toda la confianza para realizar acciones conforme a la voluntad de Dios.
Todavía más grave es la responsabilidad de ustedes, queridos jóvenes, a quienes Dios les da la habilidad y la gracia de vivir en este mundo de las nuevas tecnologías. Lejos. Está en el cristiano, queridos jóvenes, el convertirse en «trolls» de las redes sociales para distorsionar mensajes o molestar a los hermanos.
Jóvenes, usen sus habilidades para el bien, con fidelidad vuelvan su mirada a la verdad que es Jesucristo, y todo aquello que hagan en su nombre será agradable a los ojos de Dios, y podremos construir una sociedad sobre los verdaderos valores que deben movernos como sociedad.
Aprovechemos las virtudes que vienen de lo alto para el bien común y para transmitir fielmente la verdad suprema que es Jesucristo. Les saludo y acompaño con mi cordial bendición, Monseñor José Manuel Garita, Obispo de Ciudad Quesada.