Este 17 de febrero, Miércoles de Ceniza, con “un llamado a la conversión”, inicia el Tiempo de Cuaresma, que nos prepara para la Pascua.
A las 8:00 a.m. se celebró en la Iglesia Catedral, la Eucaristía presidida por Monseñor José Manuel Garita Herrera, obispo de Ciudad Quesada, con asistencia de decenas de fieles.
En su homilía, Monseñor Garita nos hace reflexionar y nos invita a reconciliarnos con Dios, renovar nuestros compromisos con él, y nos dice que “ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación”.
Para la imposición de la ceniza, destacó las palabras de Jesús hacia el apóstol Pablo: “Conviértanse y crean en el evangelio”.
Con la imposición de la ceniza, la Santa Iglesia comienza la celebración de los “misterios centrales y más importantes de nuestra fe cristiana”, la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Monseñor instruye en que Cuaresma es un camino que nos da esperanza y confianza en Dios, especial para renovar la fe, y “valorar este gran sacramento que nos ha convertido en hijos de Dios”.
Es importante que durante este tiempo, revisemos si estamos o no, viviendo como hijos de Dios, y nos dispongamos a recibir con el corazón abierto su amor.
Nuestro obispo explica que parte del llamado de esta Cuaresma es a entender que “el polvo de la ceniza nos recuerda que, del polvo de la tierra hemos venido, y como polvo a la tierra volveremos. El agua y la luz nos recordarán que estamos llamados a resucitar con Cristo a la vida eterna en el cielo (en la Pascua)”.

Además, nos pide cuestionarnos, ¿cómo entramos a hacer experiencia de lo que es y nos pide el Señor en la Cuaresma?, y ¿en cuáles medios nos podemos apoyar para alcanzar los fines que nos propone este Santo Tiempo?
Cada una de estas preguntas las podemos responder por medio de la Palabra de Dios y renovando nuestro bautismo en la Pascua.
Monseñor también resaltó en su homilía al profeta Joel, mediante un llamado a la oración y a la penitencia.
Por su parte, San Pablo, nos anima a “no echar en saco roto la gracia de Dios”, pues “convertirse, cambiar y renovarse de corazón es una gracia de Dios”.

Encontrarnos con el prójimo, practicar la limosna, la oración y el ayuno son acciones que debemos atesorar en este Tiempo de Cuaresma, en especial tras los duros momentos causados por la pandemia del COVID-19, explicó Monseñor Garita.
Por ejemplo, la limosna es sinónimo de desprendimiento, generosidad, capacidad de vencer el egoísmo, de superar el propio interés y comodidad, “nos ayuda a ser más sensibles y solidarios, más caritativos y capaces de compartir lo que tenemos y no simplemente lo que nos sobra”.

Por su parte, el ayuno, es un signo de disponibilidad ante Dios.
Cuaresma es un fuerte llamado a vivir la caridad y las obras de misericordia; a ser solidarios y caritativos ante las necesidades de nuestros hermanos, dejar de lado el egoísmo, cambiar, renovarse, amar y caminar con la fe y la confianza puesta en Jesús, destacó el Obispo de Ciudad Quesada.