Este 1 de abril, Jueves Santo, se realizó a las 10:00 a.m., la Misa Crismal en la Catedral de Ciudad Quesada, presidida por Monseñor José Manuel Garita Herrera, obispo de la Diócesis de Ciudad Quesada.
En su homilía Monseñor Garita nos llama a vivir y actuar como verdaderos “ungidos, testigos y enviados” del Señor.
El prelado destacó que “a diferencia de la situación de confinamiento del año pasado, damos gracias al Señor porque en esta oportunidad, con las medidas del caso, nos hemos podido congregar como Iglesia diocesana de Ciudad Quesada para celebrar esta solemne Misa Crismal, celebración profundamente eclesial, sacramental y sacerdotal”.
Bendiciendo a los presentes y a quienes seguían la transmisión por medio de los canales de comunicación de Radio Santa Clara, emisora diocesana; y San Carlos Digital, destacó el objetivo del encuentro.
En la Misa Crismal se bendicen los óleos de los catecúmenos y de enfermos, y se consagra el santo crisma. Prepara los sacramentos para la Pascua, “pues precisamente los sacramentos brotan del misterio pascual de Cristo para santificación de su Iglesia”, expresó el obispo.
La Misa Crismal tiene un carácter esencial bautismal y sacerdotal “pues en la Iglesia todos somos sacerdotes por el bautismo: todos por el sacerdocio común de los fieles, y algunos llamados y escogidos por el sacerdocio ministerial, que actuamos en la persona de Cristo para bien y santificación del pueblo de Dios”.
Monseñor hizo énfasis en que, ni para los fieles, ni para la Iglesia ha sido un año fácil a causa de la pandemia del COVID-19.
La situación ha generado cansancio físico, emocional y espiritual por el confinamiento, distancia social, la crisis económica, por el cese de las celebraciones y actividades pastorales podido celebrar con normalidad.
Nuestro Pastor instó a todos a tomar en la Misa Crismal “una esperanza renovada y continuar alegre y generosamente nuestra misión en la Iglesia y en el mundo”.

“Estamos llamados a llevar esperanza, a ser testigos de la buena noticia, a asumir el compromiso de animar desde la palabra de Dios y a confiar en el Señor como personas de fe que somos”, expresó.
Monseñor recordó a quienes han fallecido por el COVID-19 y a los enfermos que aún luchan contra el virus; reiteró su compromiso y cercanía por medio de la Santa Iglesia.
El mensaje de Monseñor Garita exhorta a vivir y actuar como verdaderos “ungidos, testigos y enviados” de Jesús.
Ungidos; “el bautizado, sacerdote, profeta y miembro de la comunidad, es un verdadero consagrado de Dios, para Dios y al servicio de la Iglesia”, dijo, llamando a servir según sea la vocación que el Señor ponga en el corazón de las personas.

Ser testigos del Señor y de su obra en el mundo: “la misión de la Iglesia no es simplemente una acción social más; su misión es santa, de salvación y redención, y tiene como objetivo llevarnos y llevar a los hombres al cielo, a la vida eterna”, reflexionó.
Finalmente, ser verdaderos enviados del Señor, para “anunciar la buena noticia a los pobres, curar corazones quebrantados, proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a pregonar el año de gracia del Señor”.
El obispo presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica destacó que el “pesimismo y derrotismo” imponen “a ultranza una cultura de la muerte en contra de la vida, desde su más indiscutible inicio hasta su fin natural”, reivindicando la lucha contra un tema que ha acabado con la vida de cientos a nivel mundial y que hoy se discute en Costa Rica, el aborto.
No importa donde seamos enviados, estamos llamados a “anunciar, compartir y testimoniar la buena noticia del evangelio, la buena noticia de la salvación, de la vida y del cielo como meta final que esperamos alcanzar”.
Monseñor invitó a todos a tomar conciencia de “quiénes somos y cómo hemos de vivir y actuar en la Iglesia”.