- En los últimos tiempos, se ha acrecentado la discusión sobre los derechos que varios grupos de la población reclaman para sí, entre otros, la forma en que se perciben y la manera en que quieren vivir su sexualidad.
En la última semana, conocimos que esto se llevó al Tribunal Supremo de Elecciones a permitir el cambio de nombre por identidad de género autopercibida y la eliminación de la indicación por sexo de nacimiento en la cédula de identidad.
Pocas horas después algunos activistas de la comunidad LGTBI rechazaron la eliminación de la indicación por sexo de nacimiento y piden como comunidad trans- su pleno reconocimiento de identidad en la cédula.
Podríamos hablar, como este, y otros casos de distintos grupos de personas, sobre distintas formas en que se autoperciben y sería una larga lista de no acabar, donde la individualidad nos llevaría a una fragmentación de la sociedad tal que no podríamos vivir ni libre ni comunitariamente en un adecuado orden de bien común.
Los Obispos de Costa Rica, dirigimos la semana anterior: La Iglesia católica, recuerda que todo reconocimiento de derechos a la Persona Humana debe darse desde el mayor respeto y constancia con la naturaleza misma del ser humano, pues toda acción que desfigure u oscurezca la naturaleza humana, lejos de ser un derecho o una acción que promueva a la persona, se constituye en un elemento que oscurece su verdadero desarrollo como ser humano. Dijimos que no puede haber, por consiguiente, verdadera promoción de la dignidad del hombre si no se respeta el orden esencial de su naturaleza.
Hoy les digo a todos: ¿Por qué si Dios no hace aceptación de personas, por qué la hacemos nosotros? Cabe preguntarse, ¿ esta individualidad y búsqueda de complacer ciertas necesidades o supuestos derechos, en donde colocan el BIEN COMÚN? La misma Constitución Política indica que toda persona es igual ante la ley y así lo vemos también en la Declaración de Derechos Humanos y en diferentes tratados que quieren dejar por escrito que no debe hacerse ninguna diferenciación por ningún motivo: raza, sexo, creencia religiosa, condición social, etc.
Como iglesia y como pastor de la misma reconocemos las distintitas situaciones que viven muchas personas, no desconocemos sentimientos, situaciones de vida, anhelos, ni la búsqueda del propio ser que enfrentan a las personas humanas a momentos y vivencias de muy variados orígenes.
A toda persona humana la iglesia la acoge con los brazos abiertos y la a compaña. Ninguna institución en el mundo como la iglesia ayuda y acompaña espiritual, psicológica y materialmente en tan variadas necesidades.
Por ahora, lo que también nos toca es predicar la verdad revelada por Jesucristo y enseñada por la iglesia, una verdad que se hace amor para acoger a todos, pero donde diremos que aquello que es contrario a la ley divino y natural no puede recibir aprobación en ningún caso.