- ¿Realmente estamos haciendo con nuestros trabajos que la vida humana sea más digna? Dice el Obispo de Ciudad Quesada.
Lo que está ocurriendo en el sector de Crucitas en Cutris de San Carlos dista mucho de lo que debería ser la promoción de una autentica y dignidad humana. Es una situación que está muy lejos de ello sobre todo si la enmarcamos desde la realidad y finalidad del trabajo.
Crucitas es tierra de nadie, cuando la explotación de personas, el maltrato del ambiente, el vandalismo, la ruptura del núcleo familiar y la desmedida ambición por la “fiebre del oro” se imponen en medio de una sociedad que parece haber puesto su mirada en otros intereses y valores, y cuando es poca la reacción de autoridades gubernamentales para poner freno a esta situación.
La tragedia no podría ser mayor cuando la muerte alcanzó a la zona, tras un enfrentamiento entre coligalleros y policías. El pasado mes de noviembre se nos había informado de la muerte de un coligallero luego de un derrumbe. ¡Basta ya! La situación se ha prolongado más de lo debido, el caos en inminente, si no se actúa de manera clara y decidida, dice el Obispo de Ciudad Quesada.
Monseñor José Manuel Garita pide poner la mirada en San José Obrero patrono de los trabajadores en conmemoración al 01 de mayo, con el objetivo de encontrar en su ejemplo, luz e inspiración, especialmente en medio de la situación que se vive en Crucitas, ya que no se puede olvidar ni dejar pasar por alto que muchas personas han dejado sus trabajos y hogares, precisamente por una mejor expectativa en la extracción de oro.
Con su trabajo el hombre ha de preocuparse el pan cotidiano, contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y, sobre todo, a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad en la que vive en comunidad con sus hermanos, decía San Juan Pablo II en su Carta Encíclica Laborem exercens. En este sentido, basta darse cuenta que ninguna de estas finalidades del trabajo se están dando en Crucitas. Más aún, en muchas zonas del país. Esto esta ocurrido también, pues lamentablemente, el ser humano ya no es el centro y la finalidad principal en las labores productivas y laborales. Su dignidad ha quedado relegada.
El trabajo humano es clave, nos decía San Juan Pablo II, es la clave esencial en la cuestión social y en esa línea el Magisterio de la Iglesia es amplio, en el sentido de que la dirección correcta del trabajo debe llevar a que la vida de los trabajadores sea más humana y digna.
Hoy el llamado es para toda la sociedad, al gobierno, a los empresarios que con su inversión ofrecen trabajo, a los trabajadores, a todos quienes contribuyen de una u otra manera al mundo del trabajo: ¿Realmente estamos haciendo con nuestros trabajos que la vida humana sea más digna?
Crucitas es un espacio en el cual la degradación de trabajo y del ser humano quedan patentes, púes nuevamente, tras una muerte, los medios de comunicación han puesto la gravedad de esta situación en primer aplana. Pero, en general, pongamos atención todos, y cuestionémonos si realmente estamos contribuyendo para alcanzar una sociedad más justa más digna y equitativa, a través de la actividad laboral.
Pidamos a Dios por un trabajo digno para todos, que permita llevar sustento a nuestros hogares, para que nunca le falte nadie el pan de cada día.
Pensemos también en aquellos hermanos que no tiene un trabajo digno, y busquemos contribuir con hechos concretos y solidarios para abrir oportunidades y espacios laborales a fin de encontrar el sustento justo que todos merecemos, en virtud de nuestra dignidad de personas humanas hechas a imagen y semejanza de Dios.