Este viernes 26 de febrero de 2021, los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica hicieron un llamado a la fraternidad y la caridad, al finalizar la CXXI Asamblea Ordinaria.
Los obispos se reunieron para reflexionar sobre “el quehacer pastoral y la realidad actual que vivimos”.
Caminando en el Tiempo de Cuaresma, dan gracias a Dios por los 100 años de la Provincia Eclesiástica.
Reflexionaron sobre la pandemia del COVID-19, la formación de los seminaristas, la protección de los menores y adultos vulnerables, entre otros temas de Iglesia y de realidad nacional e internacional.
Durante el encuentro efectuado en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, del 22 al 26 de febrero, los obispos también conversaron y analizaron la actualidad en el marco del año electoral, así como sobre las posibles repercusiones en torno a la negociación con el Fondo Monetario Internacional.
Los obispos también tuvieron la oportunidad de compartir con el Nuncio Apostólico, Mons. Bruno Musarò.
Tras finalizar la Asamblea Ordinaria motivaron unas palabras para alentar la fe de los fieles y dar razón de su compromiso cristiano con la sociedad. Se dirigieron a todo el pueblo de Costa Rica en un mensaje que compartieron en texto y en video.
Expresaron que solo juntos se podrá salir adelante, y nos llaman a consolidar nuestros valores democráticos entorno al Bicentenario.
Destacan que las cifras que surgen de distintos estudios “reflejan la fragilidad que atraviesa nuestra nación”. Lamentan el desempleo histórico existente en el país, así como la pobreza creciente.
Para los obispos urge que las autoridades del Gobierno tomen decisiones integrales que respondan a la necesidad del pueblo.
Hicieron eco de la Encíclica, del Papa Francisco, «Fratelli tutti», número 154: «Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común».
Los obispos dejan claro que, como pastores de la Iglesia, seguirán iluminando y manifestando lo que consideren importante en el ejercicio de una política para servir al bien común.
Monseñor José Manuel Garita Herrera, obispo de la Diócesis de Ciudad Quesada y presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, expresó que ven con preocupación el deterioro de la calidad de vida de los habitantes del país.
“Es necesario recuperar y consolidar la Costa Rica de justicia social con oportunidades para todos”, expresan los pastores de la Iglesia Católica.
“Las cargas impositivas deben ser especialmente progresivas y no afectar a los más desfavorecidos”, manifiestan, haciendo énfasis en que ninguna institución puede inhibirse del deber de contribuir al bienestar de la sociedad.
En cuanto a la tecnología al servicio de la humanidad, destacan el uso de los medios tecnológicos y digitales en la evangelización.
La tecnología ha permitido que la Iglesia continúe con sus servicios de catequesis, reuniones de grupos, consejos diocesanos y parroquiales, en la formación en general y en la liturgia.
El llamado de los obispos se enfoca en la cultura de cuidado y paz, por ello hicieron eco de las palabras del Santo Padre, con motivo de la Jornada Mundial de la Paz: «La cultura del cuidado como camino de paz».
“La pandemia debe situarnos en un antes y un después para nuestra sociedad costarricense: solo juntos podemos salir adelante; necesitamos unos de otros con verdadera solidaridad para ser una familia más unida”, agregaron e invitaron a fortalecer el sistema de Salud.
También pidieron claridad en la negociación del Gobierno de la República con el Fondo Monetario Internacional y que se proteja a los más débiles.
Sobre migrantes y derechos humanos reafirman su mensaje de solidaridad hacia las personas que deben salir de sus países de origen.
“La migración es una cruda realidad que viven nuestras naciones”, dicen, al tiempo que motivan a los gobiernos para la protección de la vida humana, que pongan especial atención al cuidado de las mujeres y los niños migrantes.
Finalmente, nos invitan a ser solidarios con nuestros hermanos, renovarnos en el Tiempo de Cuaresma hacia la Pascua, buscando la auténtica conversión “que hace brotar corazones renovados, dóciles a la acción transformadora del Espíritu”.