La educación “ha sido prioridad histórica en la misión de la Iglesia Católica”; basta mirar que el “proceso educativo fue asumido con seriedad por la Iglesia en todas partes del mundo, desde el establecimiento de escuelas, hasta la fundación de prestigiosas universidades que aún hoy siguen siendo un referente en la formación del mayor rigor académico de los estudiantes”.
De esta forma, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (Cecor) introdujeron un mensaje el pasado jueves 13 de julio, exhortando a que haya en el país un Pacto Nacional por la Educación.
“Un sacerdote fue el primer maestro y el fundador de la primera escuela en Cartago; asimismo, la primera universidad costarricense, la Universidad de Santo Tomás, surge de la mano de la Iglesia. Tampoco escapa a esto la educación técnica que se originó también bajo la tutela de la Iglesia en los ya lejanos años 50 del siglo pasado”, detallaron los pastores de la Iglesia costarricense, recordando la huella que esta ha marcado en la historia educativa del país.
Fueron siete los ejes que pusieron sobre la mesa los obispos: Poner a la persona en el centro de todo el proceso educativo; escuchar a las jóvenes generaciones, la voz de los niños, adolescentes y jóvenes; promover a la mujer, favorecer la plena participación de las niñas y las jóvenes; y, favorecer el ejercicio de la responsabilidad primera de la familia en la educación, fueron los primeros puntos indicados en un escrito firmado por los nueve obispos que conforman la Cecor.
Asimismo, señalaron la importancia de abrirse a la acogida, en particular de los más vulnerables y desfavorecidos; renovar la economía y la política para el desarrollo humano integral; y, cuidar la casa común, el medio ambiente y la justicia social. Todo esto de la mano con el llamado que ha hecho el Papa Francisco en procura de un Pacto Educativo Global universal.
“La educación en valores debe ser el eje transversal en el quehacer educativo, desde una visión ética y humanística que valore la dignidad de la persona humana, la vida familiar, la relación armoniosa con el ambiente, la convivencia, el compromiso social y el valor de la exigencia personal para mejorar”, ampliaron los obispos.
Entre otros aspectos, tuvieron una palabra sobre las Juntas de Educación.
“Revisemos y garanticemos el funcionamiento idóneo de las Juntas de Educación, lo que supone la revisión de la elección de estas, a fin de que no se conviertan en trampolines políticos. Implica también una fiscalización del uso adecuado de los fondos económicos, en procura del interés superior de la persona menor que asiste a los centros educativos. Motivemos a las comunidades y familias a participar democráticamente en la conformación de las Juntas de Educación”, explicaron.
Pidieron atender con urgencia la problemática de la violencia que golpea a nuestros niños y jóvenes en los centros educativos.
Igualmente, sobre los recursos para la educación superior, detallaron: “el respaldo a la educación universitaria es imprescindible y se hace necesario el apoyo económico desde el marco de legalidad que ampara a las universidades, lo cual también exige los controles adecuados para evaluar el correcto uso de los presupuestos, con el fin de promover el mayor acceso de forma democrática del estudiantado a los estudios superiores, lo que ha distinguido históricamente a nuestro país”.
Tras la pandemia que ha golpeado, entre otros sectores, con mucha fuerza a la educación, señalaron la importancia de “favorecer una educación equitativa que compense las desigualdades sociales y garantice el acceso de toda persona a una educación de calidad”. “Atendamos las brechas sociales, la brecha digital y de acceso a recursos educativos básicos para crecer en igualdad de oportunidades en todo el país. Especial atención merecen el estudiantado y familias que están en vulnerabilidad, la deserción escolar que ha aumentado con la pandemia”, comentaron.