Este viernes 24 de junio, nuestro personaje de la semana rinde tributo a Andrey Pérez Blanco, de 35 años de edad, vecino de Barrio San Antonio, de Ciudad Quesada
Blanco realizó su Primaria en la Escuela Juan Bautista Solís Rojas; y, Secundaria, en el Liceo San Carlos, no obstante, se graduó en el Colegio Nocturno, debido a la preparación que estaba iniciando en la música, especialmente en violín.
Asegura que gracias a Dios y al apoyo de su familia, ha sido un músico con grandes oportunidades.
Se preparó en música en la Universidad Nacional; y, en violín, en la Universidad de Costa Rica.
Como parte de su trayectoria, también estuvo en la Orquesta Intermedia del instituto Nacional de la Música (Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica). Tiempo después tuvo que dejar de lado la universidad por motivos personales muy fuertes, que lo llevaron a acompañar a su familia.
En ese entonces, surgió la idea de fundar la Camerata San Carlos, a sus tan solo 16 años de edad.
Tiene una hermana mayor, Indrid Pérez; y, un sobrino, Sebastián Zamora.
Sus padres se llaman Edin Antonio Pérez Porras y Maria Gabriela Blanco Umaña, ambos son sancarleños.
De hecho don Antonio, es nieto de Paulino Porras (q.d.p.s), creador del Himno de San Carlos y otras piezas emblemáticas del cantón.
Pérez contó que su pasión por la música siempre estuvo presente en su vida, pero quien la encendió y se convirtió en su mayor inspiración, fue su padre, pues coleccionaba acetatos y música en casa.
En 2003, Pérez fundó la Camerata San Carlos.
Asegura que siempre tuvo la inquietud de formar una orquesta y presentar conciertos en la comunidad, sin tener que desplazarse a otras zonas del país para disfrutar de la buena música.
«La Camerata a San Carlos ha venido a cumplir una función muy importante en la zona; y, es no solamente fomentar la música académica, sino que ha venido a llenar un espacio que tal vez no era muy frecuente… y era que las personas escucharan música de Beetwoven, Mozart, Vivaldi, en un templo», dijo.
Actualmente la Camerata cuenta con tres ensambles; y en julio se integra uno más.
Uno de sus más grandes recuerdos con la agrupación fue su primera participación en el Teatro Nacional, con el pianista costarricense Manuel Matarrita; su primera gira internacional, en Honduras; y, un concierto de Navidad dedicado a sus padres.
Su primer instrumento es el violín, seguido de la viola. También aprendió piano y guitarra.
El violín ha acompañado a nuestro Personaje de la Semana en su destacada carrera.
Recuerda que las primeras clases de violín las recibió »con una guitarra en el hombro», su abuelo Ramón Blanco, la adaptó.
El estuche en el que lo transportaba era una funda de almohada, elementos que aún conserva con «aprecio» y «cariño». Más adelante compró su primer violín.
«Yo fui con mi papá, ahorramos el dinero, un violín que costó ₡43.275, un violín sencillo… Fuimos en el bus de San Carlos, y yo iba con el violín entre las piernas, yo lo tocaba y lo sentía, porque era la primera vez que yo tenía uno, después de varios meses de estudiar violín, un violín verdadero», reflexionó.
La música para Pérez «ha venido a llenar un espacio muy especial», está después de Dios y su familia.
En su memoria y corazón, guarda las emociones de cada presentación en escenario, pues se enfoca en que la música alimente el alma.
Afirma que el reconocimiento «ha sido constante» a través de los estudiantes y con quien comparte su pasión musical.
A nivel personal, la música le ha permitido participar en campamentos en Ecuador, Perú, El Salvador, Estados Unidos, México, Brasil, Guatemala y Orquestas Sinfónicas de Latinoamerica; además, ha conocido a grandes músicos.
Gracias al esfuerzo, la Camerata también ha logrado reunirse con cantantes de renombre nacional e internacional; y ha participado en eventos en Honduras, Guatemala y México.
También ha llevado charlas propias como «Música de alimento para el alma», dentro y fuera del país.
A futuro se visualiza con mayor madurez en sus proyectos, con más sueños y apoyo, incluso con su propio edificio de ensambles, conciertos y carteleras repletas.
Insta a las personas a ser ellos mismos, a vivir el presente, a perseguir sus sueños, a apreciar la vida; y, a utilizar «sus herramientas» pensando en el bien de la sociedad.
«Nunca se olviden de Dios y de la familia», concluyó el violinista sancarleño.